Qué bueno sería, que en este país de mediocres, apareciera un nuevo partido que se enfrentara a estos dos que nos tienen cogidos por los huevos y les plantara cara, del mismo modo que el partido de Nick, marido de Miriam Gonzalez, la cual es hija de un ex Senador del PP, que como quien no quiere la cosa es una de las esposas de los candidatos a la presidencia del Gobierno de Su Graciosa Majestad. De centro dice Miriam que es el partido político de su marido. Pero no nos engañemos, hoy en día todos aseguran ser de 'centro', y como dice el dicho, 'la mona aunque se vista de seda mona se queda'. El caso es que aquí es más difícil que eso ocurra de lo que parece. Para comenzar debería coincidir que apareciese un partido que consiguiera simultaneamente que unos cuantos millones de ciudadanos decidieran otorgarle su voto en una misma convocatoria de elecciones. Para que esto ocurriera, ese partido debería recibir reseñas de los medios de comunicación desde unos meses antes de las elecciones y que éstas, lejos de ser injuriosas y descalificadoras, se tornaran meramente informativas. Claro que romper el sentido bipolar del ideal del 'y tú más' representado perfectamente por un ring dividido en dos lados que se otorgan simultaneamente el centralismo, mientras de sus extremos tiran de ellos hacia uno de sus respectivos lados, es más complicado que hacer que un insignificante piojo se quede, de buen grado, a vivir en una desolada y árida calva. Eso sin contar con que hasta incluso los que clamamos por la aparición de ese ansiado tercer partido, acabaremos traicionando esa querencia con tal de que los contrarios, esos que estos dos bandos nos han inculcado como la maldad hecha partido político, no acaben ganando las siguientes elecciones. Y así, partidos que sí podrían jugar esa baza de verdadera bisagra que permitiera que el revanchismo y el odio intrínseco que caracteriza a la sociedad Española desaparecieran al tiempo que se abría ante nuestros ojos una nueva forma de ver y entender la política, quedan sepultados bajo la insalvable losa de un precario sistema electoral, que ya ni siquiera es plato del gusto de todos ante su innegable falta de equidad a la hora de tornar todos los votos iguales, y la abundante bilis que llena cada una de las plumas que se tornan en opinión en los medios de comunicación. Y por eso, hasta que nosotros mismos no nos dejemos de chorradas y veamos solo la parte de la noticia que nos interesa, lo que parece que puede ocurrir en el país de Su Graciosa Majestad, es una utopía que solo puede provocar en servidor de ustedes más que una triste carcajada de resignación. Ni si quiera yo he sido capaz de mantener mi determinación de cambiar mi voto. Yo seré el primero que falle en esa presunción.

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