Muchos de vosotros os preguntaréis en estos momentos cómo puede ser que yo me disponga ahora a defender al periodismo tradicional si desde este blog siempre se ha atacado a ese mismo periodismo por parcial, sectario y falto de rigor. Bien, pues la respuesta está en lo que ha ocurrido en el accidente de Castelldefels.

Una cosa es relatar qué ha ocurrido en un accidente de tren, y otra muy distinta es deleitarse con el morbo que produce el recrearse en los detalles de las mutilaciones producidas por dicho accidente. Ayer, sin ir más lejos, escuche en la tele un pormenorizado recuento de decapitaciones, recuento de desmembraciones y demás asquerosidades que nada tienen que ver con una visión puramente informativa del accidente.

La suerte que hemos tenido las personas de a pie es que en el momento del accidente no hubo ningún necio que se prestó a grabar con su móvil la desgracia ocurrida para después vendérsela a cualquier televisión. Bueno hubo uno, pero la imagen no era buena y la oscuridad, menos mal, era lo único que se distinguía en ella. Lo normal en un caso como este, seamos serios, hubiese sido una reseña sin más del accidente y un retrato literario de lo ocurrido, sin entrar en la descripción morbosa en la que han caído todas y cada una de las televisiones.

Nos hemos acostumbrado de tal manera a la televisión basura, que ya pensamos que los telediarios son pura información.

Confundimos opinión con información y eso nos lleva a la mismísima desinformación, o en su caso, a la información sectaria. Y cuando de lo que se trata no es de llevarnos para un lado u otro del cuadrilátero, sino de ofrecernos espectáculo, morbo y entrañas, los supuestos periodistas se enfundan en su mono de faena y nos hacen creer que bajan a la arena del albero para buscar lo que ellos creen que es actualidad y que no es más que la recreación en las desgracias de los demás.

Últimamente veo a muchos periodistas de verdad que ejercen la autocrítica sobre sus propios compañeros.

Parece que la vergüenza ajena les ha llegado por fin y sienten, que cada vez que uno de sus compañeros opta por el espectáculo en vez de por la información, el descrédito, lejos de no afectarles para nada, se acumula a sus espaldas y los hunde cada vez más en el agujero negro en el que se ha convertido el pseudoperiodismo convencional.

Periodismo no es detallar todas y cada una de las mutilaciones que han sufrido las víctimas del accidente. Periodismo es simplemente contar que el accidente ocurrió. Nada más.

2 Comentarios:

    Esto que cuentas aquí también lo ví hace 6 años cuando el 11-M...y eso si que fue dantesco...hería la sensibilidad del espectador y la de los familiares de la gente que lamentablemente iba en los trenes...se puede informar sin ser morboso y sin mostrar lo que puede afectar...pero es que sino no vende...esa es la excusa...disfruta del domingo Antonio

    Es verdad, lo del 11M fue patético también. Más si cabe dada la magnitud de la tragedia y que aquello sí que fue un asesinato en toda regla...

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