Si mañana de golpe y repente un comentario insultante apareciera en su blog con mi firma, ¿lo asociarían a mi persona indefectiblemente sin siquiera pensárselo?¿Se llegarían a preguntar el porqué, no sólo he ido a comentar en su blog, sino además a insultarlos o decir cualquier estupidez que se precie sobre ustedes o algo de lo que dijeron?¿Llegarían a plantearse que pudiera que ese usuario no fuere realmente quien dijere que es?

Estas son las preguntas que le asaltan a uno cada vez que se topa con un post, en el que alguien dice conocer a otro, cuya personalidad ha sido usurpada. Personalidades con las que se ha sembrado la blogosfera de comentarios hirientes, haciendo que sus antes amigos pasen a engrosar la larga lista de víctimas de la que el usurpador es acreedor.

Dos posts escribí hace ya tiempo que versaban sobre este asunto y que creo, que aunque su contenido es insignificante en realidad, son de obligado seguimiento para quienes por arte de magia ven su yo internauta expoliado por alguien al que puede que no conozcan, y cuya desesperación los lleve a una rendición final que para nada es la solución deseada.

Dos posts que intentan ofrecer al lector una serie de pasos a seguir tanto para hacer frente a un ataque personal de su identidad cibernauta, como para seguir un comportamiento que beneficie a cuantos amigos sean víctimas de casos similares.

Es bastante sencillo caer en la tentación de dar rienda suelta a la furia que pueda provocarnos un simple comentario que ha aparecido en nuestro blog y que nos insulta.

Tal vez sea más complicado si éste está escrito por un asiduo al blog o por alguien a quien visitamos con frecuencia. Lo difícil será siempre saber si quien nos insultó era realmente quien firmaba, o si simplemente hizo un uso de la cuenta de otro para hacerlo.

No lo se, pero por lo que llevo leído, escrito y vivido en este mundillo de la blogosfera, eso de comprobar identidades, de conocer de verdad a quienes conocemos, de cerciorarnos de que lo dicho se ha hecho desde el conocimiento, todo eso es algo que no se lleva.

La primera reacción ante un insulto no esperado siempre es iracunda.

No hay tregua que ofrecer al malnacido que nos insulta sin venir a cuento y por tanto nuestra rabia encuentra vía libre para saciar su sed de sangre. Sin quererlo nos lanzamos al cuello de quien osó interrumpir nuestro plácido viaje blogosférico y lo tratamos como si jamás lo hubiéremos conocido.

Tal vez habría que preguntarse cómo, en un medio escrito como es éste, en el que toda reacción se debe a un tempo característico que facilite la asimilación de lo leído, redacción de la respuesta a dar y publicación de la misma en un mismo lugar, la virulencia de las respuestas a los susodichos comentarios suelen estar tan marcadas por el odio como lo acaban estando.

Tal vez en la mayoría de las ocasiones los que creemos que nos conocen tan solo saben de nosotros por nuestro perfil de usuario.

Tal vez nuestras palabras y pensamientos no estén llegando realmente a éstos y nuestra relación sirva solamente para afianzar un tráfico de visitas determinado entre las respectivas bitácoras de ambos dos.

Tristemente puede que aún por muchos años que nos leyéramos mutuamente, ante un insulto firmado con mi perfil de usuario, tu reacción fuese la de devolver el golpe. Tan triste como que no me es necesario que me digas que tú no lo harías. Tanto como saber que eso ha pasado, pasa y seguirá pasando sin que haya posibilidad alguna de remediarlo.

Pd:

La realidad es que soy de los afortunados que nunca vieron su identidad usurpada en internet y por tanto no soy una de las víctimas de las que hablo. Pero es triste ver cómo a este blog llegan personas entristecidas y desengañadas, heridas sin razón por parte de otros usuarios, que no les dieron el beneplácito de la duda cuando las primeras les negaron el insulto que aparecía en sus blogs.

Personas cuyo cibermundo se derruía sin contemplaciones, cual castillo de naipes por la acción de un canalla, y cuya puntilla les pusieron los que antes fueron sus supuestos amigos y lectores. Los mismos que los felicitaron por su aniversario se negaron a comprender que el insulto no salió de sus teclados, sino de los de otros.

Es lo que hay, es lo que somos.

2 Comentarios:

    Creo Antonio, que depende del grado de trato que tengas con el que comenta. Siempre hablando desde el punto de vista virtual, yo creo conocer el estilo, la forma y maneras de "los asiduos".
    LO que no quita a que alguien que acaba de entrar, dé lugar a equívocos.
    Un abrazo de nuevo.

    Si pero hay muchos que aún haciendo tiempo que son asiduos lo saben. Y mira que he visto muchos casos...

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