Recuerdo haber puesto este vídeo hace mucho tiempo en el blog. Lo redescubro de nuevo de manos de Adana y me sorprendo por cuanto puede un problema perdurar en el tiempo sin que éste llegue a tener viso alguno de solución.

Las acciones de los ahora jóvenes son un fiel reflejo de lo que nosotros mismo somos en nuestro día a día. Los insultos, las irresponsabilidades, el incivismo generalizado que incomprensiblemente aflora incluso en el más osado defensor de las buenas maneras. La realidad que nos da forma y nos constituye como parte de un todo que es la aparente civilización.

Es curioso contemplar cómo podemos convertirnos en los demonios que tan alegremente criticamos en tertulias y disertaciones de bar. Cómo somos capaces de criticar que se fume delante de un niño y acto seguido nos encendemos un pitillo al llegar a nuestra casa sin pensar que nuestra propia prole sufre impotente los efectos nocivos de lo que se constituye en nuestro vicio más letal y arma de destrucción masiva familiar.

Asombra ver cómo somos capaces de sucumbir a los cantos de sirena que un día de juerga nos lanza y luego nos alarmamos cuando es nuestro propio hijo quien retoma el relevo del alcoholismo que nosotros bien gravado a fuego le dejamos en su inocente memoria.

Irrita esa obstinada tendencia a proteger nuestra extrema delgadez sin tener en cuenta que frente a los ojos del niño que nos observa nuestra enfermedad, la de la anorexia o la bulimia, se torna en una forma de vida como cualquier otra. En una forma de mantener una supuesta línea que lejos de ser sana se convierte en enfermedad.

Apabulla ver cómo somos capaces de insultar a quien osa ofendernos y nos escandalizamos cuando escuchamos a nuestro hijo llamar por primera vez a uno de sus amigos ‘hijo de puta’.

Entristece comprender que la mayoría de los defectos que nuestros hijos tienen, no son más que un fiel reflejo de los que nosotros y los padres de sus amigos poseemos en nuestro más íntimo día a día, ese que ellos comparten con nosotros durante su tierna infancia.

Tal vez cuando viéramos a nuestro hijo cometer una de las maldades que vemos en el vídeo, la colleja que seguro le tendríamos reservada no debería ser para él, sino para nosotros mismos por el pésimo ejemplo que le hemos ofrecido desde siempre.

4 Comentarios:

    Si, no se yo si la que pasea el perrito por mi calle tiene hijos.

    @Logio eso y que nosotros mismos cometemos muchos errores, ante los ojos de nuestros hijos, de los que no somos conscientes y que absorben rápidamente...

    Muy buen anuncio, no lo había visto.

    Recuerdo uno parecido que emitieron hace un par de años en nuestras televisiones, con el slogan "Tú lees, ellos leen".

    Los niños son esponjas. Desde que soy madre, intento ser mejor persona, porque sé que ella mi mira y que me tomará como modelo, consciente o inconscientemente. Ojalá sepa ser modelo para mi hija.

    Un abrazo

    @Rhiannon seguro que si. Nosotros vamos a ponernos a ello a partir del mes que viene, y esperamos no cometer los errores que vemos en nuestros amigos o familiares.

    Eso sí, somos conscientes de que una cosa es ver los errores desde la barrera y otra muy distinta tener que criar tú mismo a tu hijo...que será harina de otro costal.

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