Si tuviéramos la posibilidad de observarnos a través de un agujero mientras vivimos en Democracia y pudiéramos mirar a no sólo a quienes habitamos este país, sino también a sus políticos y periodistas, pensaríamos que estábamos observando una España totalmente diferente a aquella en la que actualmente creemos vivir.

En medio de una crisis demoledora que ha corregido sobre las espaldas de los trabajadores de este país su déficit y cargado sobre sus hombros la responsabilidad de paliar las pérdidas que las empresas estaban teniendo para poder mantenerse en activo y en plena campaña electoral Catalana, lo más que los políticos han sido capaces de ofrecer a la ciudadanía han sido jadeos, cambios de apellidos, anulaciones de presunciones de inocencia y crispación, más crispación.

Estando como estoy lejos de Cataluña y sabiendo como se que desde la distancia las cosas suelen verse ligeramente distorsionadas por el ruido mediático y las querencias periodísticas, me pregunto cómo puede ser que en unas elecciones como esas no se haya tocado el tema del Estatut, no se haya hablado de crisis y no se hayan presentado alternativas reales que den solución al bache económico que estamos pasando…

Me pregunto si cuando llegue la hora de las elecciones generales, el panorama político-periodístico que ahora tenemos se mantendrá tal cual y continuará negando a los ciudadanos la posibilidad real de poder elegir a quien más le convenga a cada uno, en lugar de a quien más le convenga a cada periódico, a cada medio de comunicación, a cada plataforma mediática.

La verdad, no se si es que en las elecciones Catalanas se han pasado los mítines jadeando de placer, o es que han sido los periodistas los que, quedándose sólo con la espuma de la efervescencia y el amarillismo típico de la prensa Inglesa, han optado por poner el altavoz en esas gilipolleces quitándoselo a los mensajes que de verdad podrían interesar al electorado.

Cualquiera de las dos verdades es pésima para los electores.

La primera denotaría una catastrófica clase política que nos dejaría meridianamente claro el porqué estamos en la situación que estamos. La segunda sería peor, ya que nos demostraría cómo de sencillo es engañar a la ciudadanía a base de vídeos y proclamas interesadas.

Al final, la segunda opción sólo nos dejaría claro una cosa; de todo el discurso que un político pueda hacer, lo único que le llegará al ciudadano será lo más chocante, lo más divertido, lo más anecdótico, mientras que las soluciones y las propuestas quedarán relegadas al ostracismo del olvido y el ninguneo periodístico.

Por ejemplo, cómo puede ser que ayer la pregunta que los periodistas dirigieron a los políticos y que se llevó casi todos los minutos televisivos de los telediarios fue la memez que versaba sobre qué pensaban del clásico del Barça-Madrid, cuando a su alrededor se arremolinan millones de parados, de familias que viven de Cáritas, de empresarios ahogados en deudas que se ven forzados a cerrar la empresas y de mercados ávidos de sangre Española.

¿Porqué señores periodistas de pacotilla?¿¡Porqué!?

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