Pues es simple, por la sencilla razón de que una cosa es informar y otra fabricar sensacionalismo. Y digo más, por teatralizar la locución de las noticias de modo que parezca que nos descubren sorprendentes datos, cuando lo que literalmente hacen es leer lo redactado antes por las agencias de información.

También por dedicar dos minutos de informativo a lo de las teorías conspirativas de la muerte de los mirlos, adoptando para ese intervalo de tiempo un tono sombrío, alarmista y eminentemente catastrofista.

Otro nos lo dieron hace ya unos meses con aquello de la tormenta solar que convirtieron en noticia sin siquiera asegurarse de que los datos que ofrecían eran ciertos. Prefirieron anunciar el fin del mundo, la cocción de los aparatos electrónicos y la hecatombe tecnológica mundial, antes que Googlear el simple dato por internet (se equivocaron en la fecha de la última tormenta).

Mejor acojonar a la gente que informarla. Ésa es la máxima que rige entre los redactores, productores y directores de informativos.

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