Muchas veces uno observa las declaraciones de políticos y periodistas y no atina a comprender cómo es posible que ante tanta contradicción, chaqueterismo y cambios de opinión propiciados por el sillón que en un momento dado ocupan sus posaderas, la ciudadanía, que se tiene por la más informada de la historia, no sea capaz de revolverse ante ello y se libre de tan horrendo y sacrificado destino.

Los mismos que ayer echaban pestes contra la amnistía fiscal que promocionaba el anterior gobierno, hoy la avalan al tiempo que quienes la apoyaron la denigran. Es como si aquello que servidor nunca quiso aceptar como verdadero, la existencia de un único partido dividido en dos secciones que se turnan en el gobierno para atacar o defender, según sea el caso, las mismas decisiones, se tornara hoy en día en verdad incontestable.

Pero lo peor no es que los políticos nos estén engañando. Lo peor es que algunos de nosotros nos obstinemos en apartar de la responsabilidad de ese engaño a quienes más culpa tienen; los periodistas.

2 Comentarios:

    Empiezo a pensar que lo importante no es lo que se diga, que no hay mucho que decir, lo importante es quien lo diga; si lo dicen ellos está mal, si lo dicen los míos está bien... aunque no entienda lo que dicen.

    Creo que coincido contigo. Basta con cambiar de asiento en el Congreso para que las opiniones se alineen con lo que antes de atacaba...

    No se, es como si creyeran que todos tenemos una simple e inútil memoria de pez...

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