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El mundo se nos va al garete y nuestros políticos se empecinan en concluir su atribulada carrera hacia la perfección. Esa que hace de su imagen algo pulcro por naturaleza. Esa, que por el mismo hecho de ser lo que son, políticos, tan demacrada, arruinada y devastada está. Aún hoy, sabiendo como saben de la existencia de la Red, de sus herramientas y de la inmediatez de la información, continúan obcecados en vender su imagen como quien vende tabaco a la salida de un estanco. Y no reparan en lo inútil de su esfuerzo, de su cabezonería, de su tontería.

Olvidan que hoy en día, hoy, el ciberespacio es un lugar plagado de vídeos, artículos e informaciones que ponen de relieve todas y cada una de las contradicciones en las que van cayendo. Donde sus mentiras, equivocaciones y desvaríos populistas, quedan registrados para los eternos a la espera sólo de quien desee buscarlos, utilizarlos o analizarlos en la posteridad. Comprensible, lo de caer en contradicciones, cuando alguien tiene que estar todos los días frente a un micrófono. Inevitable, cuando quien escribe sus discursos se ciñe a lo inmediato, confundido ahora sí por La Red, en lugar de tener en cuenta el medio plazo a la hora de plasmar lo regurgitado en negro sobre blanco.

Y este no es un problema sólo Español, no. Tan solo hay que ver la demagogia que utilizan los políticos de algunos rincones de éste mundo, que hoy, en sus elecciones generales, se juegan mucho más de lo que, por lo que parece, ellos mismos atinan a vislumbrar. Allí, como aquí, los políticos creen aún en ciudadanos ignorantes que les ríen las gracias, aceptan sin rechistar sus aseveraciones, y no se plantean la sencilla pero inteligente pregunta que todo ciudadano de bien se hace al menos una vez en su vida; ‘¿Me estará engañando cuando me mira a los ojos para responder?’. Ay! Venizelos de mis amores, qué poco pan pa tanto chorizo ha fabricado la industria panadera!

Tampoco sólo político. El Rey aún pulula por la cabeza de un servidor y le continúan escociendo las retinas cuando posa la mirada en noticias como la que da hoy el veinte panfletos; El Rey evitará la foto con Dívar en su viaje a Arabia Saudí. Como si una foto pudiera impedir la permanencia, en el subconsciente de la ciudadanía, de la imagen de un Rey cazando elefantes en un país que ya no es que sea del tercer mundo, ¡es del quincuagésimo por lo menos!

Pero no es por eso por lo que se critica, no al menos servidor de ustedes. Se le critica porque siendo el primero de los Españoles, el que hizo de la institución monárquica un orgullo nacional del que todos, monárquicos y republicanos (al menos un poco) hicieron bandera, no

ha sido capaz de aprender que está donde está no por mandato divino, sino ciudadano. Y que siendo como es que los ciudadanos sufrían recortes, privaciones y melonadas varias, lo mínimo, lo razonablemente esperable, era que usía permaneciera en una clara, impoluta y total invisibilidad ciudadana. Pero no lo hizo. Ni él ni los que se supone lo asesoraban. Y la cagó, metió la zanca hasta el corvejón y con ella ha arrastrado a la herencia de su hijo hacia el desfiladero. Un tirito que le ha costado muchos monárquicos. Un tirito que le aclaró las ideas a muchos, como yo hasta ese momento, Juancarlistas.

Como Dívar, uno de los cinco ciudadanos más importantes del país. Ese del que depende el Gobierno de los Jueces, la tercera pata del Estado. El que cree que tiene derecho a privacidad cuando el tío se pone hasta las cejas de gambas y gambones. Pues verá usted señor mío, yo ni siquiera tengo gambas congeladas en casa, y cuando las hay, servidor solo sabe que el hecho de que esas preciosidades estén ahí, congeladitas y perfectamente encajadas, se debe a que se avecina una celebración de la que probablemente, en su atribulada vida de camionero, se ha olvidado peligrosamente. Que digo gambas porque quien aquí escribe y su parienta no han visto más marisco que ese en su vida. Los otros, los de la alta alcurnia, los delicatesen, ni los nombro para evitar que me de un síncope mientras escribo.

En fin, que entre los políticos de hoy en día, los de todo el mundo eh?, los cargos institucionales, y sumados a ellos todos y cada uno de los lameculos que por derecho han conseguido agarrarse a la teta del estado, para vivir amorrados al pezón como si con su examen ya hubieran hecho más que suficiente para justificarse para los restos, van a conseguir que todos acabemos sucumbiendo a los cantos de sirena que desde hace unos años recitan los anarquistas. Y ya les digo yo que es mejor eso que lo otro, el radicalismo xenófobo que ya corre por las venas del viejo continente y que más pronto que tarde acabará por implosionar mandado a la mierda no sólo a los inmigrantes que ellos crean que sobran, sino a las propias libertades que aún hoy en día algunos dicen defender amparados en demagogias y supuestos olvidos memoriales de la ciudadanía.

El mundo se nos va al garete señores. Pero por lo que servidor observa, antes, mucho antes de que ello ocurra, políticos, cargos instituciones y mamadores profesionales varios, acabarán apedreados en las plazas mayores de los pueblos por una multitud enloquecida que no atenderá a razones más que aquellas que provengan de la venganza, la desesperación y la locura colectivas.

4 Comentarios:

    Viva Islandia

    Que viva! jejeje

    Creo que tal como lo hicieron y el resultado que les ha dado, son un ejemplo a seguir.
    Corruptos y chorizos a la cárcel, ya está bien de enriquecerse a cuenta del trabajo ajeno.

    El otro día viendo la 2 vi un documental; 1929, el Crack. Pues bien, hubo un momento en el que explicando qué pasó dijeron:

    'la gente llegó a pensar que los precios de las casas nunca bajaría y que eran una buena inversión...después perdieron su trabajo, sus casas se depreciaron y los bancos pasaron a desauciar a la gente. La crisis financiera se convirtió en social, y la social en bancaria...'

    Algo de culpa hemos tenido nosotros también amigo mio...pero sí, los culpables mayores, los banqueros y políticos, deberían ir todos a la cárcel.

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