Se podría decir que la llegada de la vida dospuntocerista se acabará convirtiendo en la chispa que incendiará la sociedad en que vivimos. La velocidad a la que se vive en ambas no es la misma y cuantos más ciudadanos se avienen a vivir en ambas dos, más complicado se hace entender porqué los errores se alargan en el tiempo. Claro está, a no ser que comprendamos que la capacidad de respuesta que se tiene en la red no podrá ser nunca la misma que en la vida real.

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La rapidez con que las noticias o los posicionamientos de millones de ciudadanos corren por la red, aún con la evidente incapacidad que se tiene para que sean contrastadas o mesuradas con las almohadas, es tan endiabladamente insuperable que se hace imposible para las mastodónticas instituciones dar una respuesta eficaz que se avenga a la altura de las expectativas de sus ciudadanos.

Para cuando un gobierno cualquiera consigue colocarse al micrófono en una rueda de prensa, miles de hasgtags, páginas en redes sociales y artículos de blogs han sido ya colgados en la red para canalizar varios estados de opinión. Hoy en día las instituciones ya no tienen la ventaja que supone el conocimiento de la información y el control sobre ésta, por tanto se ven abocadas a soportar el oleaje de las tormentas artificiales que se generan alrededor de cualquier de ellas esperando que la repercusión de las mismas no pasen a un nivel que les pueda perjudicar de cara a sus ciudadanos.

Ejemplos de diferencias entre la velocidad de la vida real y la de la red hay miles. Siria y las resoluciones de la ONU que se alargan en el tiempo, o las constantes llamadas del Ministro de Economía reclamando una decisión del BCE para la compra de una deuda que nunca llega, son no más que dos ejemplos que dejan constancia de ello.

No se en qué punto se encontrará la medida justa para que las dos vidas puedan coexistir en paz, pero lo que sí se es que tal como vamos ahora el futuro que le auguro al mundo que conocemos es negro. La sociedad debe comprender que la política no se puede hacer a golpe de tuit. Pero los políticos deben reconocer que sus decisiones deben adquirir un dinamismo, del cual hoy adolecen, que consiga hacerlas efectivas y acordes a las posibilidades que hoy en día la tecnología nos ofrece.

Lo primero es sencillo, los ciudadanos no son imbéciles. Lo segundo, por lo que supone de recorte de poder que ellos significaría para ellos, lo veo más, mucho más complicado.

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