Tengo un buen amigo al que todo este tema de Cataluña le pone nervioso. A él lo que le preocupa no es que una parte de España pueda acabar escindiéndose, sino más bien los sentimientos que esa misma intención provocan en quienes por ley están obligados a ser garantes de la unidad nacional, los militares. Y es que a mi, aunque el día que me lo dijo lo tomé a broma, también me ponen nervioso las cosas que alteran la paz de los militares.

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Pero que me pongan nerviosas estas cosas no significa que tengan razón de ser. Yo le supongo a la institución militar algo más que el valor que ella misma presupone a sus soldados, lealtad a la ciudadanía. Y por mucho que Cataluña desee escindirse de España, por mucho que nos pueda doler esa situación, nunca podremos aceptar que nuestros propios militares se dispongan a provocar la muerte de conciudadanos en razón del sentimiento que estos pudieran albergar en sus corazones.

En realidad creo que las declaraciones de Francisco son un simple verso suelto en el poema que constituye la carrera militar. Son salidas de tono que el periodismo amarillista aprovecha para atacar a los elefantes, que desde la base de su ideología particular, les molestan en su desdeñosa labor de adoctrinamiento a sus lectores y que hacen un flaquísimo favor a la paz, la concordia y la solución de los problemas que nosotros mismos nos provocamos.

Alguno dirá que parezco un nacionalista catalán por escribir estas cosas pero se equivoca. Yo como Español estoy dispuesto a aceptar el órdago de la independencia con la esperanza de que aquellos que siempre se nos dice que no son independentistas en Cataluña despierten del letargo en el que llevan sumidos treinta años y acudan a las urnas para defender lo que desde fuera nos hemos cansado de defender, su Españolidad. Siempre escuchamos que los independentistas en Cataluña son una minoría. En las próximas elecciones sabremos si ese mantra que hasta la saciedad nos inculcan periodistas y políticos es cierto.

Y si por casualidad no lo hacen, o porque no quieren o porque no existen, deberemos aceptar que los Catalanes no quieren ser Españoles y modificar la ley para que puedan independizarse en paz y sin rencores. Las leyes no son inamovibles y están al servicio del pueblo y no al contrario. Y esa es una de las únicas máximas que todo demócrata debe recordar antes de erigirse en portavoz de sus conciudadanos.

2 Comentarios:

    Lo importante no es el hecho, es el precio.

    No. Lo importante es si somos capaces de aceptar las reglas o no y si sabremos también, en un momento dado, cambiarlas en aras de la paz...

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