El partido en el gobierno debería reflexionar sobre lo que quiere hacer con la sanidad pública. Debería replantearse cómo aligerar el coste de la misma, sí, pero no a costa de convertirla en un negocio privado. Yo soy un paciente del tan denostado ‘modelo Alzira’. He tenido la suerte de no sufrir ninguna de las contrariedades que denuncian los participantes en la marea blanca. Eso si, no dejo de reconocer que en un mundo capitalista como el que vivimos, la externalización tal cual la entiende el partido del gobierno puede abocarnos a un futuro sumamente incierto. Un futuro que, reconozcámoslo, bien podría ser el que éstos nos pintan.

sanidad publica

A un ciudadano como servidor, ni le convencen las políticas de Mariano en esta materia, ni lo hacen tampoco las convicciones de quienes las denuncian. No me los creo. A ninguno. Tal vez sea por culpa de la crisis. Esa que ha provocado que los ciudadanos de a pié aprendamos a leer entre líneas cuando alguien decide erigirse en altavoz de la sociedad. La misma que nos ha robado a todos la inocencia y nos ha llevado a ver el averno cerniéndose amenazante a nuestro alrededor. La cuestión es que cada vez que veo a los integrantes de las mareas proclamar a voz en grito las maldades de las decisiones del gobierno, me sale un sarpullido que me interpela sobre las verdaderas razones que pudieran existir para tales voceríos.

Lo curioso es que muchas veces la respuesta más sencilla suele ser la buena. Y sí, por norma general más que en nuestros derechos, que también aunque más bien por coincidencia tangencial, lo que esos ciudadanos defienden es sencillamente su puesto de trabajo. Así de claro.

Ocurre también que no son coherentes con lo que piden. No en vano en 2012 ocho de cada diez funcionarios prefirieron la sanidad privada a la pública. Así que no creo que lo que demandan se atenga exclusivamente al tan manoseado concepto del bienestar del conjunto de los ciudadanos, cosa que sería creíble si el dato anterior fuere falso, sino más bien a que temen por aquello por lo que todo ciudadano de bien teme, la pérdida de su trabajo.

Cierto, MUFACE lo pagan los funcionarios con una parte de su sueldo y otra que aporta el propio estado, pero no me reconozcan ustedes que no sería más sencillo para el resto de los mortales simpatizar con su causa si por lo menos, cuando nos explican sus posiciones, dejaran de dedicarse a politiquear omitiendo realidades y se abstuvieran de tomarnos el pelo con sus defensas farisaicas de una sanidad pública que ellos mismos rechazan, aún a costa de una pequeña porción de su salario mensual.

Cierto es también que ello más que apoyos les crearía contrarios. Pero al menos podrían salir a las plazas a manifestarse sabiendo que son coherentes con lo que piden y que no mienten al resto de ciudadanos para mantenerse en sus privilegios. ¿Verdad?

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