Hace unos años, cuando los medios de comunicación batallaban con los blogs por aquello de fomentar el periodismo ciudadano, estaba de moda lo de borrar el rastro que pudiera haber dejado algún comentario desafortunado. Eliminarlo y acto seguido negarlo categóricamente, o en el caso de haber sido pillados 'con las bragas en la mano', distanciarse de el con un arrepentimiento formal que nos devolviera a la paz social con nuestros lectores. En aquellos años no existían los botones sociales, con sus respectivas redes y perfiles, por lo que dicho trabajo solía limitarse al borrado de un post o comentario desafortunado nacido de la bilis en un momento de lectura desenfrenada. Eso sí, uno siempre sabía que la limpieza total del rastro era una quimera, ya que aún no habiendo acudido todos los lectores al blog antes del borrado, la entrada completa solía quedar a salvo tanto en los feeds como en la sindicación en comentarios a través del correo electrónico. Era, hablando claro, una venda alrededor de una fractura abierta.

Que a esa torticera artimaña acudiéramos los ciudadanos de a pié tiene un pase. A fin de cuentas nada salvo nuestra propia palabra podía quedar en entredicho.  Que hoy en día, con la proliferación de redes sociales que existe, acudan los políticos creyendo que salvaguardan su imagen de cara al electorado, no. Y al parecer eso es lo que pasa con Twitter y nuestros amados representantes; borran los tuits que entran en contradicción con los actos de su propio partido, los que contradicen sus propios mensajes, y aquellos que les nacen de las vísceras y por los que pueden ser criticados. Nos lo muestra la Fundación Civio con una página web (Digo Diego) que recopila todos los tuits que nuestros políticos deciden borrar tras unas horas expuestos y por los que suponen pueden tener problemas. 

Lo dicho. Que lo hayamos hecho nosotros tiene un pase. Que lo hagan ahora los políticos creyendo que los ciudadanos votan una imagen más que unas ideas, no. Uy! creo que me he contestado a mi mismo porque...¿donde está escrito y cómo demostramos que los ciudadanos votan solo ideas y no imágenes corporativas? Tal vez no sea tan mala idea esa de borrar el rastro...

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