Supongo que la última entrada de un blog para celebrar el fin año debería tener al menos la pretensión de ofrecer algo que fuere lo más parecido a la esperanza que el autor pudiere ofrecer. Una especie de oda al buenismo que reflejara un sentimiento interiorizado de confianza en un futuro próximo que rebajara en lo posible las penas que el anterior nos dejara. Y una confianza ciega en un poder político que acabara por resolver las desgracias de las que estamos rodeados. Lamentablemente por aquí nada de eso se cumple. Una pena.

Puestos a escribir un último post, creo que deberíamos hacerlo a modo de carta de los reyes magos. Ya saben, una carta en la que detalláramos a nuestros políticos unas pocas de las cosas que esperaríamos de ellos para el próximo año, si no fuera porque definitivamente han abandonado el trono de la confianza en el que los teníamos a buen recaudo, para pasar a engordar el de las preocupaciones. Pero lo que son  las cosas, uno no se siente con fuerzas de comenzar un post de esos. Sabe servidor que es una labor abocada a la pérdida de tiempo. Y por ende a la desesperanza. Otra pena.

Descartando noticias uno podría decidir escribir sobre algo que hubiere ocurrido estos días, pero pensándolo un poco, cualquier cosa que se escriba a estas horas que no tenga que ver con las felicitaciones y los propósitos para año nuevo suele quedar descolocado para quienes a estas horas aún andan perdiendo el tiempo leyendo blogs. Más pena, porque la única pena que supera a la de un lector de blogs de opinión en la tarde de noche vieja es la otro que se dedica a escribirlos. Pena al cuadrado.

Así, creo que lo mejor que puedo escribir para terminar el año es un 'feliz año nuevo' sincero, optimista y cordial. Lo demás, lo de los propósitos y las buenas nuevas, se lo dejo a ustedes. Yo por mi parte haré lo que, al fin y al cabo, creo que me hará más feliz; abrazarme a mi esposa e hijo, disfrutar con los amigos de las uvas a media noche y desear de todo corazón que, esta vez sí, lo peor haya pasado.

Pd para políticos y periodistas pancarteros claramente definidos en una posición política cualquiera: Que os follen! Lo siento, pero no me pude contener más. Será culpa de la bilis que con tanto ahínco se empeñan en hacernos beber a diario ambos dos grupos de alimañas.  Una última pena, esta vez al cubo.

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